En esta oportunidad, ahondaremos en las características de las experiencias y ambientes pedagógicos que promueven el pensamiento científico y matemático, al tiempo que favorecen la observación, la exploración, la indagación y la experimentación para crear, transformar y resolver problemas de la vida cotidiana de las niñas y los niños.
Por ejemplo, cuando un niño se pregunta ¿por qué se apaga la vela si se tapa?, su pregunta posibilita la investigación, la generación de hipótesis, de afirmaciones y nuevas preguntas. Esta es una oportunidad para potenciar el desarrollo y aprendizaje y generar procesos de exploración, experimentación, descubrimiento, explicación, argumentación y fomento a la curiosidad, los cuales fortalecerán sus capacidades y habilidades para la vida.
El pensamiento matemático se fomenta a través de experiencias de contacto, manipulación e indagación, junto con el desarrollo de procesos lógicos, espaciales y resolución de problemas que, a su vez, aportan al desarrollo de funciones y operaciones mentales que contribuyen al establecimiento de relaciones y conexiones variadas con las formas, las cantidades, las medidas (estandarizadas y no estandarizadas), entre otros.
En esta línea, una apuesta curricular que favorezca el pensamiento matemático y científico se caracteriza por favorecer en las niñas y los niños la oportunidad de probar, tocar, manipular, comparar, experimentar y explorar lo que les rodea, impulsados por su curiosidad natural y mediante una constante mediación pedagógica hecha por sus docentes, el ambiente y las experiencias intencionadas, fomentando así la búsqueda constante por conocer y comprender el mundo en el que habitan.
Algunos aspectos que pueden contemplarse para promover el pensamiento matemático y científico en el aula son los siguientes:
- Disposición de ambientes en donde haya, al alcance de las niñas y los niños, múltiples materiales, objetos, herramientas para explorar y experimentar de forma segura.
- Planeación y desarrollo de experiencias en donde las niñas y los niños puedan experimentar, comprobar y ensayar varias veces.
- Fomento de las interacciones entre las niñas y los niños en pequeños grupos, en donde se favorezca la escucha, la conversación, la pregunta, la reflexión y la creación colectiva.
- Generación de preguntas abiertas que motiven la indagación y la presencia de nuevas inquietudes que movilicen el conocimiento, así como el registro y seguimiento de procesos como las fases lunares, el pronóstico del clima, entre otras.
- Vinculación de las familias para que compartan sus saberes, usos y costumbres, haciéndolos participes de los procesos pedagógicos propuestos.
Ahora, te proponemos ver el siguiente vídeo y posteriormente participar en el foro a través de las siguientes preguntas:
1. ¿Qué experiencias se pueden promover en el aula para potenciar el pensamiento científico y matemático?
2.¿Qué elementos debe tener en cuenta un docente que quiera fomentar el desarrollo del pensamiento científico y matemático en el aula?
3.¿Cómo promover el pensamiento matemático y científico desde la vinculación de las familias en las propuestas pedagógicas del aula?
Este foro estuvo activo hasta el 1 de agosto de 2022
CONCLUSIONES
Las niñas y los niños son curiosos por naturaleza, formulan y resuelven problemas espontáneamente con gran habilidad; exploran con su cuerpo y activan todos sus sentidos para conocer y apropiarse de las características del mundo que los rodea. Disfrutan de interactuar con sus pares, con el medio y con los objetos, para reconocer y construir su propio razonamiento lógico.
Acompañarlos en esta complejización y potenciamiento del pensamiento matemático implica darle un lugar importante a las preguntas, y cuestionarlos para llevarlos a argumentar, así como buscar nuevas formas de explicar y volver a su acción para comprenderla.
Proponer experiencias que favorezcan la capacidad de las niñas y los niños de ordenar objetos según un patrón determinado es fundamental en la construcción del concepto de número y del potenciamiento del pensamiento numérico. En el entorno educativo se pueden propiciar actividades en las que se propongan patrones por tamaño, color o forma, aumentando su grado de dificultad al incluir más elementos. De esta manera, usan los números en diferentes situaciones: para contar, hallar la posición de algo o alguien, estimar, comparar cantidades, entre otros.
El proceso de aprender a contar es un desarrollo complejo para las niñas y los niños, puesto que se requiere no solo de conocer la serie numérica, sino también de establecer relación uno a uno entre los elementos e identificar que el último número que se dice representa la totalidad de un grupo de elementos. En este proceso, niñas y niños establecen relaciones de cantidad y las comunican al usar expresiones como “aquí hay más que en el otro grupo” o “en este hay pocos elementos”. De igual modo, inician el recitado de secuencias numéricas lo que evidencia que han descubierto el uso de algunas palabras para contar y que hay un orden al mencionarlas.
Al tiempo, proponer experiencia que les permitan explorar las medidas de los espacios, el tamaño de las personas, el peso de los alimentos y de otros elementos brinda la posibilidad de potenciar el desarrollo del pensamiento métrico. Por lo tanto, promover que las niñas y los niños creen sus propios patrones de medida les permitirá explorar otro uso de los números e indagar sobre las características de los objetos.
Promover experiencias en las que las niñas y los niños tengan oportunidad de recolectar datos de su entorno, representarlos gráficamente, analizarlos e interpretarlos, es potenciar el desarrollo del pensamiento aleatorio. Partir de una situación cotidiana, como hacer seguimiento al clima para identificar cuántos días llovió o estuvo nublado el cielo; cuántas niñas y niños hay en el grupo, o qué les gusta comer (carne, pollo, pescado o ninguna de las anteriores) aportará a ofrecer herramientas para hacer predicciones, responder preguntas, resolver problemas cotidianos, interpretar datos, formar su propio criterio y expresar su opinión sobre las situaciones que viven.
Las niñas y los niños desarrollan el pensamiento espacial mientras descubren que sus cuerpos se relacionan con los objetos y con el entorno. En la medida en que adquieren mayor autonomía en sus movimientos pueden desplazarse por diferentes lugares y ampliar sus posibilidades de exploración. En estas interacciones sus sentidos y su pensamiento se van configurando en mecanismos que les permiten reconocer las diversas propiedades de los objetos cuando los observan, los huelen, los tocan y los prueban; además estos procesos posibilitan el acercamiento a operaciones mentales más complejas como recordar, asociar, clasificar, comparar, ordenar, crear ideas y sacar conjeturas sobre el mundo.
Las niñas y los niños descubren que un objeto puede estar cercano a ellos, pero que, a su vez, puede estar lejos de otra persona, comprenden el cuerpo como referente para determinar la ubicación y las características de los elementos que los rodean, identifican que existen diferentes posiciones entre los objetos o entre ellos y que esto puede variar dependiendo de los movimientos, el sujeto y los cambios que puedan darse en el momento.
Del mismo modo, explorar los fenómenos naturales como el arcoíris con las niñas y los niños les permite relacionarse con el mundo para comprenderlo, pues a partir de la investigación, la observación, la manipulación, el disfrute por aprender y conocer, las niñas y los niños elaboran, prueban, contrastan y debaten sus hipótesis y teorías, mientras se interesan por saber cómo se producen y cómo se dan las interacciones en el mundo. El pensamiento científico se enriquece principalmente desde la exploración en la que la curiosidad que sumerge a las niñas y los niños.
Enriquecer la exploración del mundo a partir de la observación de la vida de los animales les propone a las niñas y los niños acercarse al significado de los cambios, de las transformaciones y de los ciclos. De esta manera, se sentirán asombrados y se generarán nuevas experiencias para profundizar sobre las maravillas de la naturaleza e, incluso, relacionarlas o diferenciarlas con la vida y las características particulares de los seres humanos.
El interés por el mundo natural se intensifica en las niñas y los niños, pues les genera curiosidad su entorno natural, movilizando su pensamiento científico y creativo al observar, investigar, experimentar y crear. Los temas de interés se complejizan en la medida en que tienen oportunidades para manipular, observar en detalle, probar y elegir. Sus aprendizajes se vinculan con el porqué de las cosas, de los fenómenos, con las interacciones y con el funcionamiento del mundo en general.
En la cotidianidad, niñas y niños se encuentran con diversos ambientes tanto naturales como socioculturales y, en consecuencia, sus preguntas e indagaciones empiezan a rebasar el mundo de los fenómenos naturales y se interesan también por otro tipo de objetos, herramientas y artefactos que han sido diseñados por la humanidad. Este otro mundo de posibilidades que empiezan a descubrir no limita, sin embargo, su afán por comprender las particularidades de los elementos físico-naturales como los reflejos de la luz, los fenómenos del sonido, los cambios que se producen en la naturaleza, etc., sino que los incita a compararlos y relacionarlos entre sí.
Es por esta razón que, desde la intermediación de los adultos, se debe generar oportunidades y experiencias en las que las niñas y los niños puedan poner en acción toda su curiosidad para llegar a descubrir y comprender, con sus propias palabras y saberes, los diferentes fenómenos y objetos que componen el mundo que los rodea. De esta manera, lograrán construir sus propias teorías para explicar aquello que observan y perciben, a la vez que se animan a diseñar y crear mecanismos o herramientas con los objetos o a explorar nuevos usos para los existentes