La música y las emociones están muy unidas. Por eso, escuchar música nos gusta tanto, a veces nos relaja, otras veces nos pone las pilas… Si hay listas de música para hacer deporte, también las hay para trabajar y estudiar.
Las terapias de sonido han sido populares durante mucho tiempo como una forma de relajarse y restaurar la salud. Durante siglos, las culturas indígenas han utilizado la música para mejorar el bienestar y mejorar las condiciones de salud.
La música es una manera fácil de quitar algo de la presión de todas las notificaciones, aplicaciones, etiquetas, mensajes de texto, correos electrónicos, citas, reuniones y fechas límite que pueden aumentar fácilmente el nivel de estrés y dejarnos agotados y ansiosos.
En cuestiones de trabajo o estudio, unas personas prefieren el silencio completo para poder concentrarse bien, mientras que para otras, la música es la ayuda necesaria para mantener la concentración en ambientes ruidosos o con distracciones frecuentes, como puede ser un sitio con más personas cerca hablando entre ellos o por teléfono, en reuniones, etc.
Cada persona es un mundo, pero podemos decir que la música bien elegida puede favorecer la concentración y la productividad, reduciendo el estrés y manteniéndonos más positivos.
Beneficios de la música
La música tiene la capacidad de cambiar nuestras emociones. Por ejemplo, si estamos tristes podemos buscar música para levantarnos el ánimo. Si tenemos estrés, existen melodías capaces de reducir nuestra frecuencia cardíaca y disminuir nuestra presión sanguínea.
Hay piezas musicales capaces de reducir el estrés en un 65%, nada menos. En el ejemplo de este enlace, la pieza «Weightless» fue diseñada para ser relajante, pero mucha música consigue ese efecto: música clásica, ambiental, sonidos de la naturaleza y otros tipos similares.
La música que nos permite relajarnos es aquella que tiene un ritmo bajo, que permite que nuestro corazón lata con esa cadencia. Por ejemplo, podemos conseguir valores normales en reposo de 60 a 80 latidos por minuto, y así disminuir la presión arterial y conseguir la relajación.
Algunas de las ventajas de utilizar el ritmo de la música en nuestro beneficio son:
Reducir el ritmo cardiaco.
Presión sanguínea más baja.
Mejorar la concentración.
Disminuir la tensión muscular.
Un mejor manejo del estrés, depresión y ansiedad.
En música, el ritmo se mide en beats per minute (BPM), o golpes por minuto. Si queremos acompasar nuestros latidos a esos 60 a 80 por minuto, debemos evitar géneros musicales que nos estresen, es decir que tengan más de esos 80 BPM. Por ejemplo, el rap llega a los 110 BPM; el pop/rock oscila entre 120 y 140 BPM; y con el punk podemos llegar hasta los 190 BPM.
La música y el ritmo para trabajar
Para tareas que exijan concentración, atención al detalle, o manipular números, lo mejor es la música clásica.
Para tareas repetitivas que no exigen demasiada concentración, la música pop/rock es muy eficaz. Sobre todo, si necesitas velocidad, igual que pasa con la música de baile, buena para resolver problemas que no son muy profundos o exigentes. Es música que eleva el estado de ánimo y que, por tanto, ayuda a que no te distraigas.
La música ambiental funciona bien con tareas complejas, por ejemplo, resolución de problemas o realizar cálculos.
Canciones sin letra, mejor. Es decir, música clásica, ambiental, jazz, etcétera. Muchas veces, sobre todo si trabajas escribiendo mucho, la letra de las canciones te distraerá.
Si son canciones desconocidas, mejor. Si tu lista de reproducción para trabajar está llena de los temas que más te gustan cuando tienes tiempo libre, tu mente estará en cualquier parte, salvo en el trabajo.
Puedes recurrir a versiones instrumentales de temas conocidos para que la letra no interfiera en tus tareas.
Diseña bien la lista. Muchas personas necesitan un empujón al principio de la jornada, así que empezar «por lo alto» puede ser buena idea, para luego reducir la intensidad de la música para sacarle el mejor partido a la concentración, y mejorar la productividad.
Evita en la medida de lo posible música que te active emociones fuertes, como tristeza, nostalgia, pero también como euforia, ya que eso interferirá en tu trabajo.
Si ves que tu concentración decae, cierra la lista y trabaja en silencio.
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